La vieja conspiranoia de los antivacunas

La pandemia de la Covid-19 ha colocado el debate de la vacunación en el centro de la agenda social. Las vacunas contra el virus se han convertido en la principal herramienta para hacer frente a la pandemia y eso, para bien y para mal, ha provocado un enorme debate. Este ha sido diferente por países, existiendo gente a favor y en contra de las vacunas. En países como España más del 85% de la población se ha vacunado. Sin embargo en países como Estados Unidos cerca de un tercio de la población no lo ha hecho.


Así como la comunidad científica se ha posicionado unánimemente a favor de las vacunas también han surgido movimientos antivacunas de diversa índole a lo largo y ancho del planeta. En muchos casos estos movimientos han contado con el liderazgo y poder de visibilización de referentes sociales como Miguel Bosé o el tenista Djokovic.



Los movimientos antivacunas han hecho circular bulos como que las vacunas contenían ciertos microchips que una vez inoculados iban a permitir controlar nuestros cuerpos. Según esta teoría conspiranoica Bill Gates estaba detrás de esta trama de bioespionaje. Se hicieron virales por las redes videos con gente que pretendía demostrar el magnetismo generado por estos microchips mostrando como objetos metálicos se pegaban a sus brazos.




Se extendieron también bulos alarmantes como que las vacunas tenían efectos secundarios como infertilidad indefinida, convulsiones e incluso que decenas de personas habían muerto. También vivimos fakes como que las vacunas contenian grafeno, arsénico, uranio o células de fetos abortados.


Estos movimientos antivacunas convivían con movimientos negacionistas de la existencia de la pandemia y con movimientos ultraliberales que se oponían a todo tipo de limitaciones en sus vidas. Quizá este individualismo ha sido uno de los principales ingredientes de este caldo de cultivo social contra la evidencia científica. ¿ Quién es el estado para decirme si puedo salir o no a la calle ? ¿ Quién es el estado para obligarme a poner mascarilla ? Como si de repente ciertos sectores hubieran olvidado que convivimos en sociedad y que constantemente estamos sometidos a una serie de reglas que limitan nuestra libertad en aras a preservar el bien común. Así pagamos impuestos, así respetamos el reglamento de circulación, así cumplimos las leyes, …y así debemos llevar mascarilla para preservar el derecho a la salud del resto, al igual que el resto debe llevar mascarilla para proteger nuestro estado de salud.




Pero volviendo al tema del movimiento antivacunas tengo que citar que estos movimientos conspiranoicos no son nuevos. Personalmente tuve conocimiento de la existencia de ellos a través de un amigo que no quería vacunar a su hijo según el programa de nuestro sistema de salud. ¿ Por qué vacunar a nuestros hijos del sarampión si dicha enfermedad está prácticamente erradicada en nuestro país ? ¿ No será que prevalecen los oscuros intereses de las farmaceuticas ? ¿ Por qué introducir sustancias químicas a nuestros hijos si el cuerpo humano es sabio y lo que realmente hay que hacer es reequilibrar nuestra relación con la naturaleza ? Me hacen gracia estas corrientes naturalistas, como si la química no fuera natural, como si el agua que bebemos no fuera química. Me extendería con los movimientos a favor del consumo de agua cruda no potabilizada…¡ ai si Pasteur levantara la cabeza!


No obstante tenemos que remontarnos mucho más atrás para conocer los orígenes históricos de los antivacunas. En Inglaterra en 1869 nació la Liga Antivacunas de Leicester 71 años después de que Edward Jenner lograra probar que inocular una dosis leve de viruela bovina o vacuna generaba protección contra la viruela humana. Más de tres siglos después los éxitos de la vacuna contra la viruela fueron juzgados por la historia cuando en 1980 la OMS declaró que la viruela había sido erradicada. Recordar que la viruela mató en el siglo XX unos 500 millones de personas.





Otro ejemplo claro de éxito de las vacunas es el de la lucha contra la poliomelitis. A pesar de no estar erradicada a nivel mundial hoy en día no hay casos en países como España cuando hace apenas unas décadas, en la generación de nuestros abuelos, existían casos graves en todos los barrios y pueblos. Lo mismo sucede con el sarampión. Sin embargo, al no estar erradicadas dichas enfermedades a nivel mundial, no podemos bajar la guardia y necesitamos seguir protegiéndonos a través de la vacunación. Por poner un ejemplo, en España están surgiendo entorno a 200 casos de sarampión anuales durante los últimos años. El resurgir de dicha enfermedad tiene que ver con la influencia de esa nueva reticencia a la vacunación infantil. A pesar de que son pocos los niños no vacunados basta con que en alguna población coincidan más de un 5% de personas sin vacunar para que se pierda la inmunidad de grupo y el virus pueda resurgir.


A mi entender estas teorías conspiranóicas son fruto de una mal entendida modernidad, o quizá de la pérdida de los valores que abrieron la etapa moderna real que se inició hace 3 siglos. La abundancia en la que vivimos quizá nos haya hecho olvidar cómo vivieron nuestros abuelos y por qué nosotros hemos ganado en tanta calidad de vida. Ciertos sectores han perdido la perspectiva de las garantías que aporta intrínsecamente el método científico. Con todas sus limitaciones, con todos los fraudes inherentes a la condición humana. Aún así el método científico es implacable a medio y largo plazo y es una de las bases fundamentales para generar confianza y consensos sociales. 


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