Lenguaje y pensamiento

La humanidad ha reflexionado recurrentemente sobre las diferencias entre humanos y el resto de seres vivos. En la medida que los seres vivos con los que nos comparamos son más primitivos el ejercicio se simplifica. Sin embargo cuando nos comparamos con animales relativamente desarrollados como un chimpancé se complica el asunto.

Los humanos podemos pensar en el sabor de un limón, pero los chimpancés también. Los humanos podemos sentir miedo ante una amenaza, pero los chimpancés también. Lo mismo ocurre con la risa. O con el llanto. Igualmente ambas especies compartimos la capacidad para poder comunicarnos.

Pero a pesar de que ambos seamos capaces de comunicar, existe una cuestión vital en la que nos diferenciamos: la capacidad para desarrollar y utilizar un lenguaje. Así los humanos somos capaces de transmitir ideas y pensamientos complejos; y los chimpancés no. Pero la cuestión del lenguaje va mucho más allá de la comunicación. En el párrafo anterior decía que tanto un humano como un chimpancé podemos pensar en el sabor de un limón. Y lo podemos hacer porque para ello no necesitamos el lenguaje. El sabor del limón nos viene a la mente sin tener que articular palabras en nuestro pensamiento. Sin embargo cuando pensamos en lo que vamos a comer mañana necesitamos utilizar el lenguaje. No podemos planificar nuestro menú del día siguiente sin utilizar palabras en nuestra mente. Por ese mismo motivo los chimpancés no pueden planificar algo tan sencillo como la comida de la semana. Concluimos por tanto que el lenguaje no solo nos permite una comunicación más avanzada, sino que nos permite articular pensamientos complejos.


Pero parémonos a reflexionar un poco en la diferencia entre la capacidad para comunicarse de los chimpancés y la capacidad de utilizar el lenguaje de los humanos. Porque ahí radica otra de las diferencias fundamentales entre nosotros y el resto de animales desarrollados: nosotros nos comunicamos mediante símbolos ( lenguaje ) y los animales se comunican mediante signos simples. Los signos más simples son los índices. En ellos hay una relación espacio-temporal directa entre el signo y el objeto o idea que transmite. Por ejemplo el humo es un índice de la existencia de fuego. Un signo un poco más complejo son los iconos en los que existe una relación de similitud. Una pintura prehistórica de un ciervo en una cueva es un icono. Frente a estos últimos los símbolos tienen una relación arbitraria con la idea que pretenden transmitir. La palabra "casa" designa arbitrariamente el "concepto casa", al igual que lo hace la palabra "house". Un chimpancé es capaz de señalarle a un miembro de su grupo la existencia de humo, y con ello comunicarle la idea de la necesidad de huir. Sin embargo es incapaz de comunicarle a su compañero lo que le comunicaría un humano a otro humano: " mira, hay fuego, recojamos a nuestros hijos y pongámoslos a salvo; si nos da tiempo intentaremos apagar el fuego ".

Digamos que los humanos al dominar los símbolos nos podemos comunicar de una forma compleja a través del lenguaje, y que esas dos cuestiones íntimamente ligadas nos dan la posibilidad de elaborar y transmitir planes, de reflexionar sobre el pasado, de organizarnos de una forma compleja, o incluso de crear mitos y fantasías. Cuestiones que el resto de seres vivos no pueden hacer por no dominar los símbolos y el lenguaje.


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