El papel de la biología en las tensiones político-militares del siglo XX






Las armas biológicas, con mayor o menor desarrollo y control tecnológico, han sido utilizadas desde hace siglos. El ejército mongol ya utilizaba en el siglo XIV como arma cadáveres con peste.  En el siglo XVIII las tropas británicas también utilizaron mantas contaminadas de viruela para acabar con los indios con los que combatían.





Pero quizá el mayor programa de investigación y armas biológicas fue el que desarrolló la URSS desde el final de la Primera Guerra Mundial hasta su desaparición.


A raíz de las víctimas de tifus que el ejército ruso tuvo en la 1ª Guerra Mundial la URSS comenzó a investigar desde una perspectiva defensiva en aras a conseguir protección biológica para sus soldados en situaciones de guerra. En 1925 surgió la primera agencia para investigar la protección química hacia enfermedades transmisibles. Se crearon laboratorios de serología para obtener vacunas. Pero pronto, ante la amenaza de la guerra química que otras potencias podían desplegar,  estas iniciativas defensivas fueron transformándose en iniciativas ofensivas.


Debo advertir de que al tratarse de información estratégica la información disponible es escasa y proviene tanto de los accidentes que sucedieron como de científicos desertores de la URSS.


En 1941 el ejército Alemán invadió Rusia y a raíz del suceso la URSS comenzó a probar las armas biológicas. En 1942 el ejercito Nazi sufrió un grave brote de tularemia en su asedio a Stalingrado. Existen hipótesis que consideran que fue un ataque biológico ruso ya que normalmente la tularemia ocasionaba 10.000 casos anuales y aquel brote tuvo 100.000 casos. En su contra la URSS argumentó que su programa no estaba tan maduro, y que el brote pudo magnificarse por la proliferación de ratones ante la no recolección de la cosecha de trigo aquel año.



Otro de los episodios más famosos fue el del accidente de la viruela en la isla del mar de Aral en 1971. La viruela es una mortífera enfermedad infecciosa que en aquella época ya se había conseguido erradicar en Rusia. Sin embargo una científica rusa que tomaba muestras de fitoplacton cerca de la isla se contagió del virus y generó un brote que obligó a confinar toda la zona afectada y a emprender una nueva campaña de vacunación contra la viruela. Parece ser que en la isla se estaban haciendo pruebas con viruela al aire libre. Existía un perímetro de seguridad de 40 km, pero la científica lo trasvasó y se infectó.





A partir de los años 70 los pactos de Ginebra prohibían las armas biológicas a nivel internacional y se entró en una nueva fase caracterizada por la ilegalidad y la clandestinidad. Es precisamente cuando Rusia crea la agencia Biopreparat y son los años de apogeo en investigación biológica. Se estima que la URSS podía tener entre 30.000 y 60.000 trabajadores en el programa frente a los 3.000 que tenía EEUU o el centenar del Reino Unido.





En 1979 sucedió el accidente de la fuga de Antrax de Ekateringrado. Versiones occidentales argumentan que hubo un problema con un filtro en unas instalaciones de investigación rusas. Teorías rusas hablan de una acción de sabotaje de EEUU. La realidad es que un centenar de personas murieron en una fábrica cercana al brote.


En los años 90 la URSS se desintegra y con ella su programa de armamento biológico. Las instalaciones quedan en manos de las nuevas repúblicas independientes y en muchos casos la falta de financiación lleva a su abandono. Las potencias occidentales intentaron hacerse cargo de instalaciones y equipos científicos entre otros motivos para que la tecnología no pudiera llegar a manos de terroristas. No obstante el proceso de desmantelamiento fue tan desordenado que no existe garantía del control de aquel peligroso legado biológico militar.

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